Bok!(hola en croata, idioma hablado en Croacia [Europa Central])Hoy estoy muuy feliz ^^ ¿Será porque hoy no hizo mucho calor, aqui en el desierto de Sonora? Ni yo lo se, tal vez sea que ganamos partido en fut ;D
Bien, hoy les traigo dos cosas
importantes para mi.
Cosa #1 ¿Adivinen? Me gané algo, eaea! y esto también me hace muy feliz.... Nop, no fue la loteria. ¡Gané en el blog de
Andy,
Jardín de libros, ser la
comentarista del mes! ¡Muchisiimas Graciias Andy!
Cosa #2 Bien en esta no acababa de decidirme, pero al final me dije, que es lo peor que me puede pasar. Asi que aquí lo tienen, mi primer capítulo de una cuento, que espero se alargue. Y aunque a mi me gusta como quedó, creo que esta muy mm no se dramático...
Como se que es algo largo primero les dejare un pequeño resumen sobre este capítulo, ya que aunque tengo planeado el resto, no lo tengo tan claro como me gustaría. Tomense un tiempo para leerlo, se que de verdad esta largo, pero aunque sea poco a poco ... Lo pondré con letras más grandes para facilitar la lectura ^^
Las puertas del pasado están a su alcance, y aunque sabe que lo que hará va contra las reglas, no puede más. Lo que le paso fue demasiado. ¿Qué le ocurrió para que decida volver al pasado a pesar de la inminente repercusión?
Sus recuerdos la asaltan. Comenzando desde el principio.
Esta destrozada, su hermano menor a muerto por su culpa y sus padres la odian por ello. Con la mente cegada por el dolor, Jane busca una salida desesperada, morir.
¡¡Dejen comentarios!!
Say my name
Caminaba por el pasillo, pasando puertas y puertas, las puertas del pasado. Aunque estaba oscuro aquí abajo podía ver perfectamente las puertas, era como si tuvieran luz propia. Me detuve frente a una conocida, de roble grueso, y en relieve símbolos en espiral.
Después de convencerme a mi misma que nada malo pasaría iba a cruzar, entraría al portal. Él siempre me había dicho que lo que estaba a punto de hacer estaba contra las reglas. Me lo había advertido una y otra vez, no tenía idea de que repercusiones tendría, porque nunca me dijo la razón por la cual estaba prohibido, pero sabía que eran graves. Y aunque no quería romper la promesa que le había hecho, no lo podía soportar más. Nada podría ser peor que esto, así que me arriesgaría, ya no tenía nada que perder después de todo lo que había pasado.
Lo que me había pasado, oh no. Todos mis recuerdos pugnaron por salir, no, no, no. Por favor mente masoquista no lo recuerdes, me rogué febrilmente a mí misma. Me empeñé de verdad, tratando de controlarme con los vestigios de alguna fuerza que una vez poseí. Caí al piso y me hice un ovillo cerrando los ojos con fuerza. Irrefrenables, las lágrimas bañaron mi rostro, siguiendo los surcos que ya habían formado. Tras un último esfuerzo me rendí, que débil me había vuelto. Incapaz de contenerlos, los recuerdos del pasado me atacaron sin compasión. Como un enjambre enfurecido de abejas. Precipitándose uno detrás de otro, trayendo consigo pensamientos, imágenes, sentimientos, deseos y secretos, algunos que deberían quedarse en el pasado y en cambio, otros que me producían una infinita y terrible nostalgia.
Sin darme siquiera un respiro, mi mente empezó desde el principio y supe que continuaría sin pausa hasta terminar.
Estaba parada en la orilla del puente. Había tomado mi decisión. No podía soportarlo más, yo era culpable. Yo había matado a mi hermano.
Mi pequeño hermano que me adoraba y me seguía a todas partes. Le había fallado, mi error le había costado la vida. No debí de haberlo dejado solo, maldita fiesta, no debí de haber ido. Mi responsabilidad era cuidar de él. Mi hermanito con rostro de ángel, con sus adorables rizos y su sonrisa inocente. Muerto. Grité, deseando que mi garganta se desgarrara, buscando que aquel grito expresará todo mi dolor, intentando desesperadamente sacar todo mi sufrimiento que me mataba lentamente por dentro.
Mis padres me odiaban, los oía por las noches gritándose, algunas veces despertaba y encontraba a mi mamá con marcas de golpes en el rostro. Yo sabía que ella me culpaba internamente, aunque en voz alta me defendiera, lo veía cada vez que me miraba y tenía razón. Me dejaron a cargo esa terrible noche y yo no hice caso. Pensé ingenuamente que nada pasaría, que serían tan solo unas horas. Mi hermano me había visto irme y me quiso seguir. Se asomó por la ventana y me vio alejarme, desaparecí por la esquina despreocupada. Entonces ocurrió lo impensable, cayó del cuarto piso, aterrizando en medio de la transitada calle. Yo no lo vi caer, volviendo de la fiesta me había encontrado con ambulancias y patrullas rodeando mi departamento. No me atreví a ver el cuerpo, me dijeron que quedo destrozado. Hoy en la mañana fue el funeral. Y eso fue la gota que derramó el vaso, el agua fría me cayó a mí y me quemó como el ácido. Recordaba las miradas de esta mañana, todas eran de un odio intenso, cada una de ellas las sentí como golpes en el rostro. Y no los culpaba. Mi corazón rogaba que dejara de pensar en ello, ¡olvídalo! Pero merecía esta tortura. Sentía como si alguien estuviera estrujando mi corazón con la mano desnuda, fuertemente y sin piedad. Gemí, aunque lo mereciera ya no lo aguantaba más. Y esta era mi vía de escape, mi mente estaba nublada y mi deseo de que acabara era tan grande que no pensé en otra ruta.
Un estruendo me devolvió a la realidad, la lluvia caía con vehemencia, incansablemente. Calándome hasta los huesos. Los truenos retumbaban en mis oídos, casi ensordeciendo mis propios pensamientos, pero el estruendo del tráfico lejano aun era audible. Ráfagas de viento me golpeaban con ímpetu, amenazando con hacer jirones mi ropa. Mi cuerpo temblaba sin control. Parecía un triste títere sin vida, a la merced de la fuerza de los elementos. Mis ojos, dos pozos profundos había llorado hasta secarse. El dolor y la culpa me habían vencido. Si tan solo hubiera tenido un poco de sentido común, si hubiera sido responsable, si hubiera vivido en el primer piso. Si tan solo hubiera tenido a alguien que me hubiera consolado, comprendido. Alguien me hubiera escuchado. Pero el hubiera no existe y ahora era demasiado tarde. La vida era demasiado cruel para vivir en ella, me había esforzado mucho por encontrarle un sentido, pero el dolor me cegaba. El color había desaparecido para mí y ahora todo era de un gris aplastante.
Observé apremiante el correr del agua bajo mis pies, similar al galope de miles de caballos desbocados, y no me acobarde a pesar de que siempre me había aterrado el agua profunda. Di un paso más, llegando al borde del puente, las puntas de mis pies flotando. Nadie me extrañaría, nadie me echaría en falta, nadie lamentaría mi muerte. Sólo me quedaba una lágrima, y con este pensamiento descendió por mi mejilla confundiéndose con la lluvia. Pero esta será la última lágrima que derrame, pensé. Ya no habrá mañana, ya no habrá de nuevo. Este es el final, ya no podre dar vuelta atrás. Un solo paso más y la agonía terminaría.
Entonces tomé impulso y…
_ ¡JANE!_ el eco de mi nombre resonó junto con los truenos. Pero yo ya caía. Había dado el salto final. Por fin mi dolor interior cesaría.
Caí violentamente al río. Sentí el impacto de mi cuerpo con el agua helada y me quedé sin respiración. El agua gélida aguijoneaba dolorosamente mi piel pero no me importó. Respiré y el agua se metió en mis pulmones, astillándolos agudamente. La dulce oscuridad me llamaba, abrazándome seductoramente. Ya no habría dolor, ya no habría desesperanza, no habría nostalgia, no habría culpa, no habría nada. Poco a poco deje de sentir. Mis brazos y mis piernas desaparecieron y floté en la oscuridad. Me entregué gustosa a la muerte, que con su gélido agarre me despojaba una a una las ropas del pasado. De las angustias sentidas, las penas sufridas, los recuerdos vividos, el aire respirado, los colores vistos. Todo se iba. Sentí vagamente un tirón, alguien jalaba de mí. Arrastrándome a la superficie. Y entonces el dolor físico que había desaparecido volvió, sintiéndolo de nuevo. ¡NO! Quería volver a la inconsciencia, no quería sentir nada. Pero mis deseos no importaron, el frío incremento lentamente, trayendo mi conciencia a la cruda realidad consigo. Intenté aferrarme con todas mis fuerzas a la muerte, no quería volver, pero un suave contacto en mis labios me desarmó por completo y me sacó a flote. Dejé de forcejear y dejé que la vida me despertará. Pero esta no fue suave conmigo.
Vomité dolorosamente el agua que había tragado y jadeé en busca de aire, volví a vomitar. De poco en poco fui consciente de cómo cada célula de mi cuerpo vibraba. Había estado tan cerca de morir, no supe si ese pensamiento era de decepción o de espanto. Abrí mis ojos y parpadeé repetidamente buscando aclarar mi visión hasta lograrlo.
La lluvia había amainado, pero las nubes aún envolvían el cielo nocturno y los truenos no habían cesado. Estaba muy oscuro, la única luz existente era el centelleante fulgor de los rayos. Alguien me tenía sujeta por la espalda y me frotaba vigorosamente los brazos. Sentí como mi cuerpo entraba en calor poco a poco gracias al continuo frotar de sus manos. Con la luminosidad momentánea entre rayo y rayo distinguí el rostro de mi salvador. Jamás había visto ese rostro en mi vida, pero sin embargo supe que jamás lo olvidaría. La piel se veía pálida bajo la inestable luz, tenía los pómulos marcados y la barbilla ancha. Estaba empapado al igual que yo y mechones de su pelo mojado se le pegaban a la cara. Me miraba y el alivio de sus ojos verde jade era palpable. Verdes, ¿no deberían de ser grises como todo lo demás?
_ ¡Oh, Jane!_ tenía una profunda voz de tenor que mandó escalofríos por todo mi cuerpo.
Un millar de preguntas se arremolinaron en mi mente, a pesar de aun estar un poco atontada. ¿Me conocía? ¿Cómo me había encontrado? ¿Por qué se arriesgo en salvarme? El acaudalado río era muy peligroso pudo haber muerto en el intento. Me estremecí ante el horror que me producía esa idea. El seguía observándome y a pesar de todo lo que acababa de pasar no pude hacer sino ruborizarme ante la fuerza de su mirada. Quería preguntarle quién era, pero no sentía la garganta lo suficiente capaz para proferir algún sonido. Ladeé la cabeza como acostumbraba siempre que hacia alguna pregunta y sorprendentemente el me entendió.
_Soy Lucas_ creí ver en sus ojos un atisbo de una incalculable desolación, y me entró el impulso de consolarlo. Pareció notarlo pues después sonrió y mi corazón se elevó al cielo, palpitando con fuerza, contento de no haberse detenido. Entonces las nubes comenzaron a disiparse y el plateado resplandor de la luna iluminó el entorno. Observé a mí alrededor, estábamos a la orilla del río, cuyas aguas se habían calmado un poco y un parque desierto se extendía a la derecha. Noté maravillada que el color de mi vida había vuelto, todo era brillante a pesar de ser de noche. El verde oscuro de los árboles jamás se me había antojado tan hermoso y el simple color de mi ropa me pareció la gloria. Intente incorporarme sin éxito, entonces Luc me levantó en vilo. Me quedé sin respiración, me estrechó con fuerza a su pecho y enterró su cara en mí. Respiró profundamente, para tranquilizarse y tuve la intuición que quería convencerse que de verdad estaba viva. Se veía realmente aliviado, no entendía porque. El sabía mi nombre, pero yo no lo conocía ¿o sí?
Empezó a caminar rumbo al parque. Me pregunté a donde me llevaría, no quería volver a mi casa, no creía poder soportar más miradas de odio y resentimiento de parte de ellos. Me acomodé al ritmo de sus pasos y aclaré mi garganta, probando si la voz había vuelto.
_ ¿A dónde me llevas?_ me dolió hablar, pero necesitaba realizar esa pregunta.
El me miró y arqueó una ceja.
_ A mi casa, por supuesto. No pienso dejarte sola _ su tono daba por sentado que debía de haberlo adivinado_ Claro, hasta que entres en calor y te sientas mejor.
Esto último lo dijo inseguro, como si prefiriera que me quedara con el aunque ya me sintiera mejor. Increíblemente me regocije de su respuesta. No deseaba que se alejara de mí nunca.
El título es provicional, y aaii no se, lo leo yo y se escucha raro. Si no les gusta me dicen, y continuo con otros que tengo, pero sobre todo díganme el porque no lo les gustó.
Los dejo con la febril esperanza que les haya gustado.